domingo, 27 de septiembre de 2015

Filosofía de la Educación Fisica

Filosofía de la Educación física

Como otros aprendices del maestro Francisco Seirul·lo Vargas desde principios de 1980, hemos intentado comprender y aplicar su filosofía sobre la motricidad humana en nuestras experiencias profesionales y proyectos pedagógicos. El contexto de desarrollo e implementación del presente resumen también está fundamentado en la misma filosofía del maestro en lo relativo a la Educación Física, la Educación Motriz o la Educación a través del Movimiento; cuya interpretación, a partir de sus escritos y de las notas tomadas en sus clases (Seirul·lo-Vargas, 1985-2010), se exponen a continuación.

Nos desvinculamos de cualquier ideología y partimos de los valores humanos de autonomía y libertad, y de un principio de auto-exigencia profesional: enseñar a los alumnos algo que les pueda servir para su vida.

Una filosofía enraizada en la corriente de Escuela Activa o Escuela Moderna aparecida en los años 30 (Freinet, 1974), habiendo sido Freinet el que dio impulso y nombre a esta corriente.

Aparece en ella un valor esencial, la primacía del alumno sobre la materia. Lo que debe procurarse en la Educación Física es la autoestructuración. El sujeto, por medio de sus propias capacidades y una actividad construida en su interés, por su iniciativa y libertad, va autogestionando su formación personal a través de una práctica vivida, en la que florecen estos condicionantes.

Su práctica se presenta como una actividad global y en cierto modo espiritual, en el más amplio sentido del término, que posibilita al niño ser verdaderamente participante, y no alguien sometido por obligación al cumplimiento de una tarea escolar más. Es, además, una actividad verbal de intercambio de información, tanto del profesor al alumno, como del alumno al profesor, pero principalmente una actividad motriz, concebida como experiencia, sin restricciones a la propia aportación e interpretación de la deseada motricidad. Bajo estas premisas la práctica del alumno en la Educación Física es variada y creativa, potenciando la disponibilidad motriz promovida por su propio interés, que se pone de manifiesto cuando el alumno puede construir cualquier actividad y resolverla con su motricidad que de esta forma, se pone a prueba.

Este valor exploratorio y de superación personal, de competencia, refuerza evidentemente las motivaciones primarias o intrínsecas, vinculando en consecuencia, al alumno de una forma continuada a este tipo de actividad. Este fuerte vínculo hace que la práctica no se abandone a lo largo de la vida del sujeto, siendo así fuente inagotable de autoconocimiento y autoaceptación durante el tiempo que se practique actividades motrices de esta categoría. De esta forma vamos por el camino de la autoestructuración. Sus motivaciones, sus intereses, y sus necesidades son constantes y estructuran su personalidad, acompañándole toda la vida sea cual fuere su edad y actividad. Por lo tanto, aquella categoría de tareas motrices que pone a prueba las capacidades funcionales de la inteligencia, configurándolas por medio de una actividad para eso construida, se hace imprescindible si queremos una educación centrada en el alumno, y conformadora de la personalidad, de forma definitiva.



El movimiento humano es la mayor fuente de autoconocimiento en nuestra actividad formativa. Conociéndonos a nosotros mismos podemos conocer a los demás, desarrollarnos con ellos y, así, ser más felices. Hay que optimizar a la persona en su propio conocimiento, sus necesidades de esfuerzo particular y su conocimiento de sus posibilidades. La educación integral se consigue cuando el individuo es capaz de ser consciente en situación de movimiento de cómo es él mismo y cómo son los demás. En efecto, lo que nos optimiza y nos hace seres humanos es la capacidad de movimiento inteligente, y el proceso que compromete al ser humano para lograr algo es educación. Esto es ofrecerle algo a la persona que le sirva para su vida como ser humano.

La Educación Física está sujeta a muchos estereotipos de interpretación social y, por ello, hay que remarcar que de las muchas connotaciones e intencionalidades que puede alcanzar la motricidad humana, será exclusivamente la educación de la persona la esencia y objeto de nuestra actuación en un ámbito educativo.

La motricidad es el primer valor de la propia persona, ya que a partir del movimiento desarrollamos las potencialidades del ser humano. La principal justificación de la práctica de la Educación Física o Educación Motriz es que es la única materia que de forma específica ayuda al ser humano a comprenderse mejor, para autoexigirse sin trampas y sin engaños. El movimiento es la actividad mejor dotada para ayudar al alumno a desarrollar su personalidad como ser humano, porque es capaz de implicar a todas las capacidades intelectuales de la persona. Además, la mayor potencialidad formativa del movimiento es el feed-back inmediato, característica de extraordinario valor educativo.

Por consiguiente, podemos plantear la Educación Física o Educación Motriz como un medio de educación integral de la persona, pues la actividad humana de movimiento involucra o puede involucrar a la totalidad de las capacidades del individuo, y no sólo a las llamadas físicas; siempre que las situaciones educativas creadas por el profesor sean las pertinentes.

Así, la Educación Física o Educación Motriz debe ser entendida como la educación que se logra a través de las estructuras físicas que soportan el movimiento humano y que son capaces de configurar la totalidad de la personalidad del individuo; nunca como la educación de lo físico que pertenece al hombre, a su cuerpo. Esto está, sin duda, integrado en el anterior compromiso. No es el cuerpo el que se mueve, es la persona la que se mueve, y esta opción de movimiento involucra necesariamente a todas las estructuras de la personalidad de quien se compromete en esa acción. Configurar la personalidad del individuo significa la participación activa en formas de actuación-comportamiento que impliquen de forma diferenciada, significativa e interactiva todas las estructuras mentales, cognitivas, coordinativas, condicionales, afectivo-sociales, emotivo-volitivas, expresivo-creativas y bioenergéticas que puedan conformar la multitud de formas de actuación individual, en situaciones didácticas que permitan una auto-reflexión y un autoconocimiento, para crear una propia visión de aquella experiencia, para que el individuo conozca, evalúe y sea consciente de la auto-estructuración de su persona.

Por lo tanto, el aprendizaje de la de la Educación Física no es de modelos motores sino de estructuras de comportamiento motor que son descubiertas por el sujeto y mostradas por el profesor cuando propone tareas sucesivas relacionadas entre sí de manera que aplicando sobre ellas diferentes capacidades cognitivas, pueda el alumno abstraer de su conjunto una “estructura soporte” que se expresa a través de un heteromorfismo funcional en cada tarea propuesta. El alumno debe estar en disposición de poder realizar autopropuestas para lograr su autoestructuración cuando ya conoce estos mecanismos; en este punto es cuando realmente comienza su educación.

Las teorías de la Gestalt y el estructuralismo, desarrollado bajo la perspectiva de la Teoría General de los Sistemas de L. Von Bertalanffy, ya iniciada en los años 30 discutiendo sobre nuevas teorías del desarrollo y cuya primera publicación específica se realizó en 1945 (Von Bertalanffy, 1968), permiten desarrollar los elementos de la interacción, y hacen cambiar el acto mismo de aprender, transformándolo en un acto dinámico en el que hay que descubrir, dentro de la complejidad de las interacciones, los elementos invariantes. Así es como se aprende en la Educación Física, pero también se realiza la función contraria, es decir, desde una estructura base, elaborar multi-heteromorfismos de movimiento ejercitando, en suma, la transformación y la creatividad motriz.

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